Ante una crisis de dimensiones tan destacadas, preocupa mucho que la recuperación económica presente tantos riesgos en el horizonte. Las pérdidas comienzan a consolidarse y el virus sigue presente –y con la esperanza de seguir en los próximos meses– en nuestro día a día.
Tras una crisis que no encuentra precedentes en la historia reciente, los Gobiernos comienzan a prepararse para la recuperación económica que, en teoría, debe dejarnos el presente ejercicio. Y es que, ante una caída tan acusada como la que experimentó la economía a nivel mundial el pasado año, recogida en las perspectivas que muestra el informe WEO, el 2021 se muestra como el año en el que, por la llegada de las vacunas, la posibilidad de reanudar la actividad económica y la apertura de aquellos sectores que no podían operar, la economía podría crecer a un ritmo muy acelerado en tanto en cuanto vayamos recuperando esa normalidad previa al virus.
Sin embargo, como ha afirmado el propio Fondo Monetario Internacional (FMI) en el informe previamente citado, esa recuperación económica que prevén experimentar las economías, como en meses pasados, así como en otras crisis, está plagada de condicionantes, así como de muchas incertidumbres, que podrían poner en peligro dicha recuperación. Una serie de condicionantes que, como avisa el organismo, harán que esta recuperación no se dé de la misma forma en todos los territorios afectados. En este sentido, dicha recuperación económica prevé sufrir variaciones en función del comportamiento de estas economías, así como de los condicionantes que supeditan su potencial crecimiento.
Entre estos condicionantes, podemos destacar el acceso a las vacunas y las intervenciones médicas, el apoyo de los Gobiernos y el respaldo de estos a las políticas propuestas por los principales Gobiernos a nivel mundial, así como las propias debilidades estructurales que, al inicio de la pandemia, presentaban las economías y que, con el paso del tiempo, han sufrido un severo ensanchamiento. Debilidades entre las que podíamos destacar la deuda, el desempleo, así como otros elementos que comprometen el futuro de las distintas economías a nivel global. Pues son, precisamente, variables que se han comportado bastante mal ante la imposibilidad que ofrecía el COVID19.
Las perdidas comienzan a consolidarse
«Lo que más preocupa a los economistas es que, ni se vacuna en todos los lugares a un ritmo similar, ni se están cumpliendo los ritmos de vacunación en general, lo que dificulta, y retrasa aún más, la reapertura».
Como sabemos, al inicio de la pandemia le seguía el cierre de la actividad económica en una gran parte del mundo. Así pues, hablamos de una paralización que, como muestra el informe citado en el artículo, ha provocado contracciones trimestrales de hasta el 16% del producto interior bruto (PIB) en economías como la española, o del 19,8% en Reino Unido. Y es que, en un escenario en el que las medidas aplicadas se centraron en un confinamiento domiciliario para controlar el virus, así como los contagios, permitir la actividad económica era, precisamente, la política más desfavorable. Tanto es así que, incluso, se estableció esa falsa dicotomía entre sanidad y economía que tanto preocupaba a los expertos.
Esta situación de incapacidad, conocida por los economistas como shock de oferta, obligó a muchos países a tomar medidas para evitar que este cierre masivo provocara el cierre de numerosas empresas, así como la pérdida de todo el empleo que, como consecuencia de este cierre, prevé destruirse. Entre esas medidas, se encontraban las ayudas directas a empresas, la suspensión del empleo (ERTE, en España), así como otras herramientas que, en cierta forma, permitían a los empresarios adaptarse al nuevo entorno, minimizando y compartiendo las pérdidas con el apoyo de los Gobiernos. No obstante, la presencia del virus a lo largo del año, estimada por el FMI hasta el primer semestre del 2020, ha hecho que ese menor acoplamiento entre la caída del PIB y la destrucción de empleo, con el paso del tiempo y ante el nuevo escenario, ya no sea tan destacado como en sus inicios.
Así pues, observando el comportamiento de la economía durante los primeros compases del año, lo que más preocupa a los economistas es que, ni se vacuna en todos los lugares a un ritmo similar, ni se están cumpliendo los ritmos de vacunación, lo que dificulta y retrasa, aún más, la reapertura. Esta situación, en un escenario en el que como decíamos, las empresas se encuentran muy debilitadas y las pérdidas siguen acumulándose, está provocando que muchas de estas empresas se vean en la obligación de echar el cierre, con la consecuente pérdida de empleo que esto conlleva; pues las ayudas que hoy se ofrecen son cada vez más insuficientes. En cifras, hablamos de más de 436 millones de empresas en riesgo, con más de 25 millones de empleos en el aire.
En resumen, una situación que, incluso, ha hecho que se pronuncien muchos expertos económicos en el planeta. Expertos que, como los de BBVA Research, han comenzado a afirmar que la mejor política económica que podíamos aplicar en estos momentos, como si de un chiste se tratara, es acelerar el ritmo de las vacunas; pues, como bien definían los amigos de The Economist, mientras el virus esté presente, debemos saber que nuestra economía no funcionará al 100%, por lo que el riesgo de quiebra, y de que sigan consolidándose estas pérdidas, sigue muy vivo.
El sector servicios: el más presente y el más dañado
«Basta con ver los distintos niveles que muestran los indicadores PMI, desagregados entre industria y servicios, para darnos cuenta del auténtico hundimiento que, a causa de la pandemia, ha vivido este sector».
La tercerización de las economías ha hecho que las principales economías en el mundo, desde la Revolución Industrial, comiencen a mostrar un mayor peso del sector servicios, en relación con el peso de la industria. Esto ha provocado que, en economías como la de Estados Unidos, el peso de este represente cerca del 80% del producto interior bruto (PIB). Como vemos, un peso muy destacable y que supedita una gran parte de la economía más grande del mundo a este sector; un sector que, precisamente y dicho sea de paso, ha sido el más afectado por esta pandemia.
Y es que, lo que muestra Estados Unidos se repite en una gran mayoría de economías desarrolladas. En España, por ejemplo, este sector representa, de igual forma, cerca del 70% del PIB. Una cifra muy similar a la que muestra Alemania (68%), así como otras economías como Italia (67%). Pero la gran contribución del sector servicios no queda ahí, pues debido a su peso, hablamos precisamente de un sector que emplea a una gran mayoría de personas en este tipo de economías. Es el caso de la propia Italia, donde el 71% de la población activa se concentra en este sector, o de las otras economías citadas, donde destaca Estados Unidos con una concentración de casi el 80% de dicha población activa.
Así pues, esta dependencia del sector servicios ha sido uno de los principales problemas que ha presentado esta crisis. Pues basta con ver los distintos niveles que muestran los indicadores PMI, los cuales se muestran desagregados en industria y servicios, para darnos cuenta del auténtico hundimiento que, a causa de la pandemia, ha vivido este sector.
En definitiva, preocupa mucho que, tras una crisis como la actual, sigamos presentando tantos riesgos, así como incertidumbres, en el horizonte. Las pérdidas han comenzado a consolidarse, en tanto en cuanto seguimos retrasando la reapertura y no tenemos controlado, en su totalidad, el virus. Además, que el sector más afectado sea el sector más presente en las economías que deben liderar esta recuperación económica preocupa por unas pérdidas que comienzan a consolidarse, ensanchando los desequilibrios y alejando a estos países de la recuperación económica que deben liderar, y que tanto precisa la economía tras semejante catástrofe.
David Walther López Sillero dice
"… más de 436 millones de empresas en riesgo, con más de 25 millones de empleos en el aire." No entiendo la relación entre esas cifras: ¿son más empresas que empleos?…