Cartera permanente
Una cartera permanente es la combinación de activos financieros presentes en un portafolio de inversiones durante largos periodos de tiempo. Así, se mantiene la inversión constante en valores o sectores elegidos.
En el ámbito de la inversión, una posibilidad dentro de la gestión de carteras es el mantenimiento de una cartera permanente, es decir, de posiciones en valores de manera constante.
En otras palabras, un inversor o su gestor deciden adaptar la estrategia de inversión a la conservación de una serie de instrumentos financieros o sectores bursátiles de manera constante.
Este modelo de cartera fue desarrollado por el economista, político y divulgador estadounidense Harry Browne en la segunda mitad del siglo XX.
Esta es una forma de lograr cierto nivel de reducción de riesgo, ya que este perfil de inversión facilita la reducción de la volatilidad existente en el mercado.
En el día a día financiero es posible encontrar carteras que mantienen un porcentaje definido como permanente y que, al mismo tiempo, realizan inversiones esporádicas en otros valores con la idea de aprovechar oportunidades de mercado sin incurrir en riesgos de calado.
Rasgos principales de una cartera permanente
Además del concepto explicado anteriormente, este tipo de estrategia de inversión cuenta con algunos otros aspectos distintivos a tener en cuenta:
- Periodo de tiempo: desde el punto de vista contable, se habla de carteras de carácter permanente cuando esta mantiene posiciones por encima de los doce meses (un año natural).
- Diversificación sí o no: que una cartera sea permanente no significa que no esté diversificada. Un inversor puede mantener a largo plazo inversiones en sectores muy diversos.
- Condición de seguridad: mantener posiciones permanentes facilita el conocimiento de los títulos y valores poseídos, evitando incurrir en riesgos innecesarios o sectores imprevisibles.
- Rentabilidad estable: el mantenimiento de determinados valores y la reducción de acciones de especulación facilita rendimientos constantes aunque de pequeño y mediano valor.
- Poca estacionalidad: este tipo de configuraciones de cartera ignora los vaivenes de los ciclos económicos en gran medida, estableciendo un criterio de inversión constante.
- Proporcionalidad: como se ha indicado, la composición de una cartera puede diseñarse atendiendo al perfil del inversor. Por ejemplo, existen configuraciones de 80/20, siendo 80 % la inversión permanente y 20 % lo esporádico.
Naturaleza de una cartera permanente
La composición de este tipo de carteras de inversión está relacionada generalmente con determinados grupos de valores.
En ese sentido, es frecuente encontrar en las mismas instrumentos financieros como la deuda pública, las letras del tesoro o valores de renta fija.
El modelo de Browne establecía un reparto de cartera proporcional siguiendo lo anterior:
- Cuarta parte de acciones. Inversión en torno a un 25% de la cartera en valores de renta variable, preferiblemente de naturaleza o mercado estadounidense.
- Cuarta parte de títulos de renta fija. El estadounidense recomendaba contar con representación de títulos de deuda pública ante situaciones deflacionistas.
- Oro. Si bien también concibe la posesión en cartera de otros metales preciosos, el oro es entendido como un valor seguro ante casos de volatilidad u otras derivas financieras.
- Cuarta parte de divisa. Este último porcentaje representaría el dinero en cartera, expresado a través de la inversión en distintas divisas.
Por otro lado, este tipo de configuración de carteras es más habitual en perfiles inversores noveles o que no cuenten con dedicación exclusiva a este sector. Por este motivo, es más común en economías familiares o pequeños fondos de inversión.
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