Clientelismo

El clientelismo es una práctica mediante la cual, un individuo otorga a otro favores o situaciones de privilegio, y ello, a cambio de apoyo político y electoral.

El clientelismo, o relaciones clientelares, es una práctica muy común en todo tipo de regímenes; hasta en los más democráticos. El clientelismo establece una de las formas más sencillas de corrupción política. Consiste en que el político concede privilegios gracias al control que posee sobre las licencias y concesiones administrativas. Quien recibe los favores es el empresario, que puede ser un amigo, conocido o familiar. A cambio, este le corresponde con apoyo político y electoral.

De la misma forma, se produce cuando un político genera puestos de trabajo ficticios para su gente, que pasan a ser funcionarios, con el fin de conseguir su voto.

Se trata de una práctica que ha existido siempre y que parece ser que, en mayor o menor medida, siempre existirá. Debido a que experimentar situaciones de privilegio es inherente a la naturaleza humana. Por ello, cada vez se intenta profesionalizar más la administración y endurecer las penas, en algunos casos, contra los funcionarios y responsables públicos que realicen prácticas clientelares.

No obstante, si los propios partidos del gobierno central son los primeros en establecer sus redes clientelares, esta tarea se concibe como imposible.

Una definición, algo más técnica, que sintetiza qué es el clientelismo, es la realizada por Jorge Mario Audelo: “Son las relaciones informales de intercambio recíproco y mutuamente benéfico de favores entre dos sujetos basadas en una amistad instrumental, desigualdad, diferencia de poder y control de recursos, en las que existe un patrón y un cliente: el patrón proporciona bienes materiales, protección y acceso a recursos diversos y el cliente ofrece a cambio servicios personales, lealtad, apoyo político y votos”.

Características del clientelismo

De la definición anterior, extraemos posee una serie de características comunes a las prácticas clientelares:

  • Relaciones informales: Se trata de relaciones no regladas, que operan al margen de los cauces legalmente establecidos.
  • Intercambio recíproco: Ambos obtienen algo a cambio. El político consigue apoyo electoral, mientras que el otro sujeto obtiene beneficios económicos o empresariales.
  • Amistad instrumental: La relación que se da entre ambos está motivada por esta situación de beneficios recíprocos. Para satisfacer sus necesidades se necesitan mutuamente.
  • Se da en todo tipo de regímenes: Sucede tanto en regímenes democráticos como no democráticos.

Un ejemplo sencillo podría ser el de un alcalde que conceda sistemáticamente el transporte público a la misma empresa. Esta, a cambio, reserva unos espacios publicitarios para promocionar al alcalde y su gobierno.

Otro ejemplo, sería la subvención y privilegio a algún medio de comunicación a cambio de obtener un tratamiento muy laxo y de criticar fuertemente a la oposición.

¿Qué es el caciquismo?

El caciquismo es una forma de clientelismo llevada a cabo en el medio rural. Fue propia de España y Latinoamérica durante el siglo XIX y parte del XX. También constituye un tipo de fraude electoral.

Esta práctica consistía en que el cacique influía condicionando a una población rural a votar por el político que él quería. Este, a cambio, detentaba una situación de poder y privilegio en la zona. Los caciques también usaban otras prácticas como la alteración del padrón, permitiendo así un mayor margen de actuación para emitir votos fraudulentos en favor de su candidato.

¿Cómo acabar con el clientelismo?

Según el politólogo Francis Fukuyama, los pasos a seguir para acabar con el clientelismo y levar a cabo una verdadera profesionalización del funcionariado son los siguientes:

  • La reforma de la administración ha de seguirse aplicando criterios técnicos, no políticos.
  • Debate público en torno al empleo público.
  • Se necesita de pensar y actuar a largo plazo, ya que es un proceso que precisa de mucho tiempo. No se puede cambiar de la noche a la mañana el funcionamiento de toda una administración.
  • Desvinculación de los sindicatos del aparato estatal. Su dependencia del Estado provoca que sus intereses se vean muy entremezclados.

Ejemplos de clientelismo

Algunos ejemplos de prácticas clientelares son los siguientes:

  • México: En el país mexicano, como en otros muchos, cuando llegan las elecciones, los partidos activan sus redes clientelares por todos los barrios a los que tienen acceso. Se trata de una práctica mediante la que los partidos activan el voto de sus electores a través de la concesión de servicios o determinados bienes. A cambio de dar algo a los barrios más pobres, estos le apoyan en campaña y, finalmente, mediante el voto.
  • España: En España, los partidos políticos cuentan con poderosas redes clientelares en todo el país. En Andalucía, por ejemplo, el Gobierno, que se encontraba en el poder durante más de cuarenta años fue culpable de asegurarse la victoria electoral a cambio de conceder prejubilaciones a personas que no habían trabajado en las empresas que se prejubilaban; subvenciones fraudulentas a empresas inexistentes; comisiones a trabajadores de la junta; y enchufe en empleo público a numerosos simpatizantes del partido; algunos puestos incluso eran ficticios, como en el primer ejemplo. Todo ello a cambio del respaldo electoral. Otro ejemplo fue el del tesorero de uno de los grandes partidos que se encontraban en el poder, que recibía comisiones de empresas para financiar la campaña, y a quienes, posteriormente, concedería favores.

Se torna como muy complicado acabar con estas redes, puesto que se retraen beneficios explícitos de apoyar al partido de turno. Alterando así la competición electoral, y perjudicando la salud democrática.

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Alfredo Marín García , 01 de mayo, 2021
Clientelismo. Economipedia.com