En un artículo anterior comentábamos los retos de la economía mundial en 2025. Sin duda, uno de ellos es el impacto que puedan tener las políticas proteccionistas de Estados Unidos y otros países.
En este artículo, sin embargo, vamos a ir al fondo de la cuestión. Es verdad que muchos países intentan frenar las importaciones de productos extranjeros, pero, ¿por qué lo hacen? ¿Son tan malas las importaciones como nos cuentan? ¿Pueden afectarte de alguna manera?
Competencia y destrucción de empleo
Las importaciones son un flujo de riqueza que sale de tu país hacia el extranjero, llevando allí producción y puestos de trabajo
Me imagino que ya conocerás la fórmula para calcular el Producto Interior Bruto (PIB) de un país. Si no, te la recuerdo:
PIB = Consumo + Inversión + Gasto público + Exportaciones – Impuestos – Importaciones
Como ves, las importaciones tienen signo negativo. Esto significa que, cuantos más productos extranjeros se compren, más pequeño va a ser el PIB.
De ahí deducimos que, si el objetivo es que crezca el PIB, entonces las importaciones deberían reducirse al mínimo posible. Desde esta perspectiva, cuanto menos productos extranjeros compremos, mejor.
¿Y por qué las importaciones restan al PIB? Muy sencillo. Piensa que el PIB es una medida de la riqueza del país. Una forma imperfecta, desde luego, e incluso mejorable, pero es una aproximación a cómo es de rica una economía.
Las exportaciones, por ejemplo, equivalen a la riqueza que tu economía puede generar y vender al resto del mundo. Por eso suman en la fórmula del PIB.
Las importaciones son lo contrario. Son necesidades que la gente tiene, pero que la economía de tu país no es capaz de satisfacer. Son un flujo de riqueza que sale hacia el extranjero, llevando allí producción y puestos de trabajo.
Además, en muchos casos los productos importados desplazan a los nacionales. Eso significa que las empresas de tu país facturan menos, y a veces hasta cierran, porque no pueden competir con las importaciones.
El problema incluso puede llegar al mundo laboral. Porque si las empresas tienen problemas, antes o después acaban despidiendo trabajadores. Lo que era un problema de algunos empresarios, se puede trasladar fácilmente a muchas familias.
¿Entiendes ahora por qué tantos políticos, apoyados por empresarios y trabajadores, quieren poner trabas a las importaciones? Sin embargo, no todo es tan malo como parece.
El valor de las importaciones
Las importaciones amplían la gama de productos que puedes comprar, para que elijas los que mejor se ajusten a tus gustos y posibilidades
En realidad, las importaciones mueven un negocio mucho más grande del que pensamos. Y de ese negocio, aunque no lo creas, también se benefician muchas personas de tu país.
Piensa que, para que un producto llegue desde la fábrica al consumidor final, hay toda una cadena de distribución en el medio. Almacenes, transportistas… hay toda una industria logística que vive de traer productos desde otros países hasta el tuyo. A eso, hay que sumar una red de comercios, mayoristas y minoristas, sin los cuales no podrías acceder a esos bienes.
Sí, ya sé que la teoría de la fórmula del PIB nos dice que las importaciones «restan». Pero sal a la calle y date una vuelta por el barrio más exclusivo de tu ciudad, esa zona donde venden ropa, joyas y perfumes importados. Mira cuánta gente trabaja y vive de vender esos productos. ¿Te parece que están destruyendo riqueza?
Puede que pienses así, pero también hay otra perspectiva: que están ofreciendo lo que la gente quiere comprar. Que los consumidores prefieren un par de zapatos italianos antes que otros nacionales, y gracias a la importación, pueden conseguirlos.
Es otra manera de medir la riqueza, más basada en el valor subjetivo, aunque por ello menos cuantificable. Piensa que, según la fórmula del PIB, el país es más rico si compras los zapatos nacionales. Pero tú eres más feliz si compras los italianos. ¿De qué te sirve, entonces, que el PIB sea más alto, si no compras lo que quieres?
Este punto de vista lo cambia todo. Porque las importaciones ya no son una pérdida de riqueza, sino todo lo contrario. Son una gama ampliada de productos que puedes comprar, para que elijas los que mejor se ajusten a tus gustos y posibilidades. En resumen, para que vivas mejor.
Comprando más y mejor
Solo cambiando lo que compra en el supermercado, el consumidor puede hacer quebrar a las empresas que antes se aprovechaban de él
Otro punto a favor de las importaciones es que, en general, suelen fomentar la competencia. Y en un mercado libre, donde todo es oferta y demanda, esto es fundamental para que los empresarios no se aprovechen de ti.
Algunas personas dicen que, para un empresario, vender en un mercado proteccionista es como cazar en el zoo, y no les falta razón. La competencia es reducida, así que puede cobrar precios mucho más altos.
No contento con eso, el empresario también puede bajar la calidad de lo que vende. Al fin y al cabo, si no hay productos sustitutivos, ¿qué pueden hacer los consumidores, más que resignarse y pagar?
Las importaciones cambian este panorama. Abren el mercado a empresarios que pueden producir con mejor calidad, o a precios más bajos. Gracias a eso, el consumidor ahora puede elegir.
Los empresarios locales se ven así en un dilema: ponerse las pilas o desaparecer. Si quieren competir con los productos importados, tienen que mejorar la calidad y diferenciarse para ofrecer un producto único.
Otra opción es tomar medidas para ser más productivos, y reducir costes o márgenes de ganancia. De esta manera, pueden bajar los precios.
En cualquiera de los dos casos, quien gana es el consumidor. Si antes era un «cautivo» de los empresarios locales, ahora es él quien decide sobre las condiciones del mercado. Solo cambiando lo que compra en el supermercado, puede hacer quebrar a las empresas que antes se aprovechaban de él.
Ahora mira esto desde tu perspectiva de consumidor. Si puedes comprar lo mismo que antes a precios más bajos, entonces con el mismo dinero ahora puedes comprar más cosas.
No tienes más dinero, pero el que tienes vale más en bienes y servicios. Tu poder adquisitivo ha aumentado. ¿Ves que no son tan malas las importaciones?
Importar y exportar
Una economía abierta tiende a especializarse en lo que mejor sabe hacer, en lugar de producir un poco de todo y sin destacar en nada
Los proteccionistas nos dicen que, para apoyar la economía del país, hay que exportar todo lo posible e importar lo mínimo imprescindible. Sin embargo, están suponiendo que las exportaciones y las importaciones no dependen entre sí. Y eso, como vamos a ver, es un error.
Piensa, por ejemplo, en una economía que produce trigo y cebada. Primero hay que abastecer al mercado local. Para exportar, hay que aumentar la producción, pero eso solo se puede hacer importando máquinas agrícolas.
En este caso, como ves, la importación de bienes de capital es justamente lo que permite exportar materias primas. Sin esas importaciones, el país tampoco podría exportar.
Claro que también puede ocurrir lo contrario. Un país puede tener unas fábricas enormes para producir millones de neumáticos y exportarlos, pero de nada le sirve si no puede importar el caucho que sirve como materia prima.
Si se cerraran las importaciones, se reduciría esa parte que se resta del PIB, pero a cambio, se perderían exportaciones de mucho más valor.
Además, las importaciones de alguna manera ayudan a reorientar el mercado. Ten en cuenta que no siempre se puede competir con los productos extranjeros. Eso hace que los recursos de la economía (capital financiero, trabajadores, etc.) dejen de producir en esos sectores menos competitivos, y lo hagan en otros donde sí pueden competir.
En cierto modo, una economía abierta tiende a especializarse en lo que mejor sabe hacer, en lugar de producir un poco de todo, sin destacar en nada.
¿Y a ti, cómo te afecta todo esto? Ya te he contado que gracias a las importaciones puede crecer tu poder adquisitivo, y, con él, tu calidad de vida. Pero hay más.
Porque las economías abiertas, al verse obligadas a ponerse las pilas para competir, también suelen tener mayor productividad. Y eso significa mejores salarios, y más puestos de trabajo. ¿Sigues pensando que la política comercial de tu país no tiene nada que ver contigo?