Guerra Fría
Pese a denominarse Guerra Fría (1945-1989), este periodo histórico no significó un conflicto armado, sino que consistió en una serie de tensiones políticas, militares y económicas que enfrentaron a Estados Unidos y a la Unión Soviética.
Tras la Segunda Guerra Mundial, el mundo se polarizó en dos bloques antagónicos. De un lado se encontraba el bloque occidental, liderado por Estados Unidos y con un sistema económico capitalista y en el extremo opuesto se hallaba el bloque comunista, encabezado por la Unión Soviética.
Si bien no estalló una guerra abierta, sí que se llegó a la guerra económica, a participar en conflictos regionales o a impulsar una carrera armamentística, especialmente en el plano nuclear.
De la Segunda Guerra Mundial a la Guerra Fría
El final de la Segunda Guerra Mundial precipitó de manera inmediata la Guerra Fría. Entre los vencedores de la guerra existía un clima de desconfianza. Tanto Estados Unidos como la Unión Soviética eran dos regímenes completamente distintos. Mientras que Estados Unidos era una democracia occidental con economía de libre mercado, la Unión Soviética era un país comunista con una economía de planificación centralizada.
Mientras que los aliados occidentales buscaban establecer gobiernos democráticos con economías de libre mercado, la Unión Soviética pretendía hacer respetar sus fronteras. Por tanto, para la supervivencia del régimen soviético era imperativo que Europa oriental fuese controlada por Rusia. Así, se estableció lo que el primer ministro británico Churchill denominó “el telón de acero”. Este “telón de acero” era una frontera geográfica que agrupaba a la Unión Soviética y a sus aliados de Europa del Este bajo el sistema político comunista.
Por su parte, Estados Unidos veía en el comunismo una amenaza para Europa. Francia y Gran Bretaña habían quedado demasiado maltrechas tras la Segunda Guerra Mundial, por lo que Estados Unidos apostó por una estrategia de contención del comunismo mediante lo que se denominó doctrina Truman.
Tensiones entre 1947 y 1953
Dos acontecimientos llevaron a Estados Unidos a implicarse decididamente en la contención del comunismo. Estamos ante los intentos soviéticos de expandir su influencia en Irán y Grecia.
Durante la Segunda Guerra Mundial Reino Unido y la Unión Soviética habían ocupado el país. Así, Irán era un estado rico en petróleo y de interés estratégico en una región como Oriente Próximo. Mientras los rusos trataban de promover el separatismo en el norte y apoyaban al partido comunista iraní, los británicos hacían esfuerzos por controlar el gobierno iraní. El embrollo se resolvió favorablemente para occidente cuando Estados Unidos tomó cartas en el asunto, los soviéticos se retiraron de Irán.
Por otra parte, Grecia se hallaba sumida en una guerra civil, donde los comunistas se enfrentaban a los monárquicos. Mientras que Yugoslavia y, de manera indirecta los soviéticos, apoyaban a los comunistas, Gran Bretaña respaldaba a los monárquicos. Los británicos, desbordados, solicitaron ayuda a Estados Unidos que, con su apoyo, resultó decisivo en la victoria de los monárquicos sobre los comunistas.
En Alemania, las tensiones entre los aliados occidentales y la Unión Soviética alcanzarían su punto álgido. Así pues, Alemania había quedado dividida en cuatro zonas de ocupación: francesa, británica, estadounidense y soviética. Mientras que los aliados occidentales habían apostado por una integración económica del país y por el establecimiento de un sistema democrático, Rusia convirtió su zona de ocupación en un estado satélite.
Las diferencias entre occidente y la Unión Soviética dejaron a Alemania dividida en dos: la República Federal de Alemania (pro occidental) y la República Democrática de Alemania (pro soviética). Un episodio especialmente delicado fue el bloqueo a Berlín, que tuvo lugar hasta octubre de 1949, aunque los estadounidenses se las arreglaron para aprovisionar a la ciudad mediante un puente aéreo. Alemania tendría que esperar hasta 1991 para volver a estar unida.
Las fuertes tensiones de la experiencia alemana condujeron al mundo a una política de bloques. De este modo, el mundo occidental se integraba política, económica y militarmente. En este sentido, merece destacar la alianza militar de la OTAN, creada en 1949 por Estados Unidos. En contraposición, la Unión Soviética aglutinó a los países comunistas de Europa del Este bajo otra alianza militar denominada Pacto de Varsovia (1955).
La carrera armamentística, la crisis de los misiles y la guerra de Vietnam
Hacia el año 1949 Estados Unidos ya no era la única potencia militar con armamento nuclear en sus arsenales. La Unión Soviética había logrado fabricar su primera bomba atómica. Todo ello daría lugar a una carrera armamentística en la que Estados Unidos desarrolló la bomba de hidrógeno en 1952. Paralelamente, también tenía lugar una carrera aeroespacial, con Rusia poniendo en órbita el primer satélite artificial, conocido como el Sputnik.
En el desarrollo armamentístico, estadounidenses y rusos pusieron su ingenio en aras de la creación de nuevas armas, como los submarinos nucleares. Mientras tanto, otros países como China, Francia, Rusia, Gran Bretaña, Pakistán e India creaban sus propias armas nucleares.
La rivalidad entre la Unión Soviética y Estados Unidos llegó a su límite en 1962, con la crisis de los misiles de Cuba. Así, el revolucionario comunista Fidel Castro se hizo con el poder y Estados Unidos trató de derrocarle apoyando a los exiliados cubanos en el fallido desembarco de Bahía de Cochinos.
Tras el intento norteamericano de derrocar a los comunistas en Cuba, los soviéticos instalaron misiles nucleares en Cuba con capacidad para alcanzar Estados Unidos. El presidente Kennedy optó por un bloqueo a la isla. Tras varios días al borde de una gran conflagración, el presidente estadounidense Kennedy y el presidente soviético Jruschov llegaron a un acuerdo. La Unión Soviética se retiró de Cuba a cambio de la promesa de Estados Unidos de no invadir la isla y de retirar sus cabezas nucleares de Turquía.
Ante el temor a una guerra nuclear, se llevaron a cabo conferencias internacionales para establecer limitaciones en cuanto al armamento nuclear. En esta línea se encuentran el Tratado de Moscú de 1963 por el que se acordaba la prohibición de detonaciones nucleares en la atmósfera y el Tratado de No Proliferación Nuclear de 1968, que prohibía el acceso al armamento nuclear de otros países. Con el mismo estilo se suscribieron los acuerdos SALT para establecer limitaciones a los arsenales nucleares.
A pesar del temor mutuo que despertaba una guerra entre Estados Unidos y Rusia, el bloque comunista y el bloque occidental sí que se enfrentaron en conflictos regionales como la guerra de Corea (1950-1953) y la guerra de Vietnam (1955-1975). En Corea, el país quedó fraccionado en dos, con el norte comunista y el sur alineado en el bloque occidental, mientras que, en Vietnam, ni la intervención militar estadounidense (1965-1973) logró que el país cayese en manos de los comunistas.
El rebrote de la Guerra Fría
Con el prestigio internacional de Estados Unidos muy tocado tras la guerra de Vietnam y la crisis del petróleo de 1973, la Unión Soviética vio una oportunidad de consolidar su hegemonía política y militar a nivel mundial.
Así, la carrera armamentística vivió un nuevo impulso, reavivándose la rivalidad nuclear. Mientras tanto, la Unión Soviética incrementaba su presencia militar en países como Afganistán, Mozambique, Angola y Etiopía. Sin embargo, la intervención militar rusa en Afganistán resultó desastrosa para los soviéticos, cuya reputación internacional quedó gravemente erosionada, mientras la guerra causaba profundas secuelas en el seno de Rusia.
En 1981 Ronald Reagan ganó las elecciones de los Estados Unidos y, tratando de devolver a Estados Unidos su hegemonía y su prestigio, apostó por lo que se conoció como “guerra de las galaxias”, un sistema de defensa para proteger a Estados Unidos de posibles ataques nucleares soviéticos. A pesar de las fuertes tensiones entre las dos grandes potencias militares del mundo, prevaleció el deseo de mantener la paz.
Un acontecimiento decisivo en el final de la Guerra Fría fue el ascenso al poder de Mijaíl Gorbachov en la Unión Soviética (1985). La carrera armamentística había exigido considerables esfuerzos económicos a Estados Unidos y a Rusia y Gorbachov, se mostraba decidido a embarcarse en una importante agenda de reformas y de acercamiento a occidente.
En estos años occidente y el mundo comunista acercaron posturas. Esto se plasmó en acuerdos de desmantelamiento de armas nucleares, en el establecimiento de relaciones entre Estados Unidos y en la retirada soviética de Afganistán.
Ambos polos caminaban hacia el entendimiento, el bloque comunista quedó desmantelado y el muro de Berlín cayó en 1989. Pese a que el Pacto de Varsovia quedó disuelto, en el mundo occidental, la OTAN continuaba activa.
Implicaciones económicas
La Guerra Fría no solo fue un desafío político y militar entre el mundo capitalista y el bloque comunista. También fue una verdadera pugna en el plano económico.
El plan Marshall
Al término de la guerra, no solo las ciudades de Europa estaban en ruinas, también su economía. Para lograr la recuperación europea, Estados Unidos implementó el plan Marshall. Con este plan de recuperación para Europa, se pretendía reconstruir un continente próspero, capaz de adquirir las exportaciones estadounidenses y que, a su vez, contribuyese a recuperar la producción agrícola e industrial.
A través de la ACE (Administración para la Cooperación Europea), se distribuyeron las ayudas entre los distintos países de Europa occidental. Más tarde la ACE pasó a transformarse en la OECE (Oficina Europea para la Cooperación Económica). Un total de 13.000 millones de dólares fueron repartidos entre las naciones europeas con el fin de restaurar sus economías. Sin embargo, la Unión Soviética y los países de Europa oriental bajo su influencia, quedaron al margen de este plan. Así, Estados Unidos pasaba a convertirse en el gran acreedor de Europa occidental.
Los resultados demostraron que el plan Marshall resultó un instrumento clave en la recuperación de las economías europeas. Gracias a la fuerte inyección de capital de Estados Unidos, Europa logró abastecerse de materias primas y bienes industriales. Hacia la década de 1950 empezaron a notarse los efectos del plan Marshall, que dieron lugar a espectaculares cifras de crecimiento económico en países como Alemania.
Rivalidad entre el bloque occidental y el bloque comunista
En cualquier caso, en los años 50, tanto la Unión Soviética como Estados Unidos experimentaron un favorable periodo de crecimiento económico. Las instituciones surgidas al calor de los acuerdos de Bretton Woods sentaron las bases de un nuevo orden económico. Gracias a acuerdos como el GATT y a instituciones como el FMI el comercio internacional florecía y el capitalismo vivía sus años de apogeo. El dólar se convertía en la divisa de referencia en los intercambios comerciales, se implementó un sistema de paridad dólar oro y el Fondo Monetario Internacional (FMI) se encargó de mantener la estabilidad monetaria.
Así pues, las décadas de los años 50 y 60 estuvieron marcadas por la prosperidad económica en el bloque capitalista. En Estados Unidos la población crecía, la actividad empresarial marchaba viento en popa y se consolidaban las tesis de Keynes, apostando por políticas de demanda mediante el gasto social y militar.
En una época como la Guerra Fría, en plena rivalidad política y militar con la Unión Soviética, el gasto militar tuvo un peso importantísimo en el presupuesto estadounidense. Así, tan solo diez compañías copaban el 30% de los gastos de defensa de los Estados Unidos, entre las que hay que subrayar nombres como Boeing y Mcdonnell-Douglas.
La ayuda militar a terceros países y las guerras en las que, directa o indirectamente se embarcó Estados Unidos (Corea, Vietnam) permitieron dar salida a su enorme producción de armamento.
Debido a la crisis de 1973, Estados Unidos perdió parte de su hegemonía económica, parándose su economía y desbocándose la inflación. En Europa también se hicieron sentir las consecuencias y el desempleo aumentó considerablemente.
Así pues, en los años 80, occidente tuvo que salir de la crisis pasando de las ideas de Keynes a las ideas neoliberales, privatizando empresas del sector público, apostando por un mayor peso del sector servicios y modernizando su industria.
Mientras esto ocurría la Unión Soviética y los países de su área de influencia se agruparon en el Consejo de Ayuda Mutua Económica (COMECON), que pretendía hacer frente a occidente en el plano económico. Esta organización, liderada por los soviéticos, buscaba la cooperación económica entre los países comunistas.
El Consejo de Ayuda Mutua Económica se repartía en función del tipo de materias primas e industrias de sus miembros. Esta organización supranacional alcanzaría su cénit en los años 70, justo cuando la crisis de 1973 causaba estragos en Estados Unidos y Europa. Sin embargo, el colapso de la Unión Soviética marcaría su fin en el año 1973.
Fueron diversos los factores que marcaron el declive económico del bloque comunista y de la Unión Soviética en particular. En esta línea, los países comunistas presentaban importantes déficits energéticos y mostraban una agricultura poco productiva. También la industria soviética, que se había dedicado en gran medida a la producción de material militar, había quedado obsoleta en cuanto a su capacidad para producir bienes de consumo.
Por último, un gran mal aquejaba a la Unión Soviética, era la corrupción del Estado, que generaba problemas de abastecimiento. Más aún, para acceder a ciertos productos, había que recurrir al mercado negro pagando unos precios desorbitados.