El civismo es la conducta que desarrollan los seres humanos inspirada en el respeto, la tolerancia y la convivencia, como consecuencia de su integración en sociedad. En definitiva, la pacífica convivencia entre las personas que comparten un determinado espacio, ya sea a nivel global, local o entre los vecinos de un barrio concreto.
Civismo es sinónimo de buen ciudadano y, cuando hablamos de ello, nos viene a la cabeza ciertas conductas y pautas de comportamiento muy concretas. Algunos de los valores y características que inspiran el civismo son tales como el respeto, la tolerancia, la obediencia a la ley y a las normas, el comportamiento adecuado, o la buena educación.
Etimológicamente, civismo proviene del latín civis, cuyo significado es el de ciudadano. Al añadirle el sufijo –ismo, se convierte en las cualidades del buen ciudadano. También guarda relación con el término civilizado, que se refiere a la buena educación de una persona. Es por ello por lo que el civismo está más o menos presente dependiendo de la sociedad que se trate.
Precisamente, los países más consolidados, estables y avanzados son los más cívicos, como es el caso de los países del norte de Europa. Cabe destacar que estas naciones son democracias, las mejor valoradas del mundo en diversas clasificaciones.
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Características del civismo
El comportamiento cívico entraña una serie de características y comportamientos, principalmente las siguientes:
- Educación y respeto al prójimo.
- Tolerancia con aquellos que no comparten nuestra forma de pensar.
- Respeto al comportamiento y pensamiento individual.
- Cuidar el medioambiente.
- Obediencia a las normas adoptadas de forma común.
- Acatamiento de la ley.
- Cortesía en el trato con otras personas.
- Utilizar medios pacíficos en la resolución de conflictos.
- No aprovecharse de personas más débiles o en situación desfavorable.
Ejemplos
A continuación, para tener más claro el significado de este concepto vamos a poner algunos ejemplos de comportamientos guiados por el civismo:
- No arrojar basura al suelo.
- No gritar ni hacer ruidos en horas de sueño.
- Respetar las señales viales y las normas de circulación.
- No discriminar a nadie por razones de nacionalidad, identidad o cualquier otro rasgo.
- No utilizar la violencia física o verbal para solucionar cualquier conflicto o altercado.
- Ceder el asiento a personas mayores o embarazadas en el transporte público.
- No fumar en espacios cerrados o en presencia de personas a las que se pueda molestar.
- Tratar con más respeto a las personas mayores.
- No romper ni alterar el mobiliario público.
- No estafar ni engañar a otras personas.
El civismo y el desarrollo económico
Parece obvio que el civismo es uno de los motores necesarios para la prosperidad económica y social de un país. Cabe destacar que, cuando hablamos de ello, nos referimos al conjunto de la sociedad, no a la élite social y política de la misma. Este no sería el caso de países como Catar o Arabia Saudí, en los cuales recursos como el petróleo enriquecen a un estrechísimo sector de la población, los relacionados con estos recursos. Mientras que el resto de la población vive en situación de pobreza o de gran escasez respecto a los más ricos del país.
Una legislación justa y sólida, la ausencia de conflictos armados, y un gran respeto entre los ciudadanos son la combinación perfecta para que un país crezca en todos sus indicadores económicos. Sin embargo, países en guerra como Siria; en los que no se respetan los derechos humanos, como Afganistán, Somalia y otros muchos; o en los que la delincuencia es arrolladora, como sucede en Latinoamérica, tienen muy difícil una prosperidad económica real.