Desigualdad social
La desigualdad social es una situación en la que, dentro de un mismo territorio, existen diferencias entre unas personas y otras, propiciadas por factores como la renta, el trato jurídico, la educación, el género, las preferencias sexuales, la cultura o la religión.
El concepto de desigualdad social va más allá de su versión económica. Aunque parece que esta variante es la más importante. A la desigualdad social se le añaden elementos como el género, la cultura o las preferencias sexuales. Es decir, las diferencias entre los individuos ya no están estrictamente motivadas por los factores económicos.
Para medir la desigualdad social, así como cualquier otra, debemos comparar a las personas dentro de un mismo territorio. Da igual su dimensión, pero la desigualdad se mide comparando sujetos. Esta zona geográfica puede ser una ciudad, región, país, continente, civilización u otra forma de agrupación humana.
Por ejemplo, cuando se habla de desigualdad entre los países latinoamericanos, la unidad a comparar es el país, unificando el resto de subunidades internas.
Causas de la desigualdad social
Como hemos mencionado anteriormente, la desigualdad social es un compendio de todo tipo de desigualdad que pueda darse. Por lo tanto, sus causas las tenemos que ver en cada uno de sus componentes:
- Renta: Es probablemente la causa más importante y tangible de la desigualdad social. Factores como el trabajo, el salario, o el patrimonio pueden condicionar la vida de una persona y desplazarla dentro de la sociedad, generando situaciones de exclusión.
- Educación: En países donde la educación no es universal, también es un factor que aumenta la desigualdad. La educación es el verdadero ascensor social, por tanto, las personas que no puedan acceder a ella tienen más probabilidades de mantenerse en una posición desfavorable.
- Leyes: Un trato diferente de la ley o de los tribunales, por el motivo que sea, también contribuye a que los que están en la cúspide de la pirámide socioeconómica perpetúen esta situación.
- Género: Algunos países y sociedades son muy machistas. Lo que implica una apreciable diferenciación de renta, derechos, libertades y oportunidades entre hombres y mujeres.
- Preferencias sexuales: En toda sociedad, aunque en algunos países cada vez menos, las personas homosexuales o con otras preferencias diferentes a la heterosexualidad clásica, han sufrido tratos discriminatorios. Hasta personas con una posición social elevada. En el presente, numerosos países siguen siendo profundamente homófobos.
- Religión: Las creencias religiosas, en algunos países y zonas geográficas, también han sido motivo de discriminación. Por lo que profesar cierta fe, en algunos casos, también ha contribuido al aumento de la desigualdad.
- Cultura: Las diferencias culturales también pueden consolidar desigualdades sociales. En comunidades donde hay cierto racismo y estigmatización del inmigrante, estas personas pueden tener dificultades para desarrollarse libremente.
Consecuencias de la desigualdad social
La desigualdad social tiene una gran lista de consecuencias negativas. Una de ellas es la pobreza estructural. Las personas víctimas de las desigualdades anteriores tienen más posibilidades de encontrarse en una situación de pobreza o de riesgo. Y que, además, salir de esta situación o de que lo hagan sus descendientes se antoja como un hecho bastante complicado.
Si por ser inmigrante en un país xenófobo e intolerante se va a recibir un trato discriminatorio, existe una alta probabilidad de que esa persona no pueda ascender en la escala socioeconómica.
La delincuencia es otra consecuencia. La pobreza y la exclusión social, motivadas por la desigualdad social, puede derivar en conductas violentas y delictivas por quienes se encuentran en esa situación.
Como ejemplos tenemos robos menores por parte de adictos a los estupefacientes; hurtos por quienes no tienen para comprar alimentos; o actos vandálicos por aquellos que no se han integrado en la sociedad y se sienten desplazados.
También pueden desarrollarse enfermedades mentales por quienes se encuentran en situación de desigualdad. El sentirse desplazado, apartado, e incluso repudiado por el resto de la sociedad, puede desembocar en el desarrollo de trastornos mentales. Así como la caída en el estado de salud físico y el comienzo en la adicción de ciertos vicios como las drogas o la ludopatía.
Por último, también cabe señalar su impacto en el desarrollo económico. Estas situaciones ayudan a que algunas personas no contribuyan al desarrollo de una zona o país. Una alta tasa de paro, una población escasamente cualificada, o la inseguridad jurídica consolidan estos escenarios.
Cuando la desigualdad está generada por la existencia de muchas personas en situación de pobreza, como ocurre en los países africanos, normalmente hablamos de un país subdesarrollado.
¿Cómo se mide la desigualdad social?
Cada vez es más frecuente que las instituciones gubernamentales y en las organizaciones internacionales hablen y se ocupen de reducir la desigualdad, ya sea entre ciudadanos del mismo país, o a nivel internacional. Para ello, han desarrollado algunos índices que miden la magnitud de dicha desigualdad. En el plano económico los más relevantes son el índice de Gini y la curva de Lorenz.
Pero, ¿cómo medimos otros planos de la desigualdad?
Observando índices que nos permitan conocer el acceso a la educación, sanidad, justicia, etc. También, viendo las tasas de agresiones contra inmigrantes y extranjeros; si ciertas religiones están prohibidas o perseguidas en algunos países; el trato que reciben las mujeres, etc.
Asimismo, podemos hacerlo a través de índices de pobreza, sobre todo si se trata de países desarrollados. Un elevado índice de pobreza en un país desarrollado muestra una gran desigualdad.
Medidas contra la desigualdad social
Hay numerosas formas de lucha contra la desigualdad social. Desde simples donaciones hasta misiones en países donde existe una profunda pobreza. Digamos que estas son medidas que puede llevar a cabo la población civil gracias a la cooperación con numerosas organizaciones.
La tolerancia también ayuda a combatir esta desigualdad. Tratar a toda persona por igual, no realizar discriminaciones por apariencia, género, preferencias sexuales, nacionalidad, etc. ayuda enormemente a paliar su impacto y desarrollo.
Ahora bien, si hablamos de actuaciones en el plano estatal e institucional, son otro tipo de medidas las que buscan acabar con la desigualdad. Están estrechamente relacionadas con la política. La organización Oxfam Intermón, propone algunas medidas generales que podrían ayudar a su extinción:
- Invertir en cooperación y desarrollo.
- Garantizar la protección de los civiles en emergencias sanitarias.
- Creación de sistemas fiscales justos.
- Mejorar el acceso a recursos públicos básicos.
- Contribuir al cuidado del medioambiente.
- Reducir las brechas salariales.