Voluntarismo
El voluntarismo es la idea política de que las relaciones entre los seres humanos y entre entidades (o entre individuos y entidades) han de llevarse a cabo voluntariamente en forma de acuerdos.
Es decir, el voluntarismo implica que todas las relaciones que han de darse entre las personas, organizaciones e instituciones han de ser de naturaleza voluntaria, sin que haya obligación de ningún tipo entre las partes.
El voluntarismo, como idea, es propio de las corrientes liberales, tales como el liberalismo, el libertarismo o el anarcocapitalismo. Aunque en su máxima expresión se asociaría con este último.
Características del voluntarismo
El voluntarismo, como idea política que defiende que todas las relaciones entre los individuos han de ser voluntarias, tiene una serie de características:
- Apoya el libre mercado: Toda persona es libre de producir, comprar, y vender los bienes y servicios que crea necesarios.
- Promociona los derechos individuales: El individuo, por el hecho de serlo, tiene plena capacidad para disfrutar de toda la esfera de derechos individuales. Esto, siempre que no afecten negativamente a los demás.
- Propiedad privada: La propiedad, siempre que se haya obtenido de manera legítima, es un valor supremo, y no puede ser agredida por ningún poder supremo.
- Eliminación del Estado: El Estado representa todo lo que no apoya el voluntarismo, es una organización forzosa con capacidad de doblegar a cualquiera. Además, nadie lo ha votado, para que así fuera debería de legitimarse con votaciones (sobre si debería existir o no) cada pocos años.
El Estado según el voluntarismo
Al no considerar como deseable ningún tipo de coacción o coerción, la única forma de Gobierno deseable es aquella que provenga de la libre asociación entre individuos. No cabría aquí el Estado tal y como lo conocemos, menos aún aquellos sistemas en los que el poder es ejercido de modo despótico y autoritario.
Teniendo esto en cuenta, la justificación principal de conformar un aparato similar al de un Estado, siempre desde la voluntariedad, sería el de combatir el crimen y el de aportar seguridad a la comunidad. De hecho, este es un tema central en cualquier debate entre anarcocapitalistas y otro tipo de liberales: cómo debería organizarse la sociedad contra la violencia y las agresiones externas.
Ya que la naturaleza del Estado es impuesta y tiene el monopolio de la violencia, el voluntarismo propone y supone una descentralización extrema. Esto, porque, para mantener el orden en territorios grandes, es necesaria la figura estatal, y esta descentralización permitiría a las personas organizarse en pequeñas aldeas o asentamientos.
En el caso de desarrollar servicios comunes, estos solo estarían financiados por quienes quisieran hacerlo o quienes quisieran disfrutar del servicio. Y la forma de financiación sería lo más proporcional posible con base en el uso, no a la renta del individuo, como ocurre de forma tradicional. El voluntarismo supone que cada persona se sufraga aquellos servicios de los que quiere disfrutar, sin hacer responsable al resto de la sociedad.
El voluntarismo colectivo
Podemos definir como voluntarismo colectivo a la idea que defiende que es la masa quien ha de determinar sus acciones y futuro. Esto choca frontalmente contra el voluntarismo descrito anteriormente. Es propio de ideologías socialistas, comunistas e intervencionistas en general.
Desde este punto de vista, las acciones que llevan a cabo las organizaciones y colectivos son las únicas legitimadas. Así, cuando se enfrentan los intereses de la masa y del individuo, siempre prima la voluntad de la primera. Esto lo vemos, por ejemplo, en la expropiación forzosa, el pago de impuestos o algunas limitaciones a los derechos individuales.
Hay que destacar que no todas las acciones tomadas desde el Gobierno entrarían dentro de este voluntarismo. Esto, ya que el Gobierno toma muchas de sus decisiones con base en unas élites o poderes fácticos.
En filosofía
En filosofía, el voluntarismo hace referencia a que es la voluntad humana la que mueve el mundo, no existen leyes objetivas ni supremas que determinen el avance y comportamiento de la humanidad. Su origen lo encontramos en los primeros pensadores cristianos como San Agustín de Hipona. Aunque posteriormente lo desarrollaron filósofos como Nietzsche o Schopenhauer.
El marxismo y otras doctrinas ideológicas y de pensamiento rechazan esta concepción. Para ellos, el ser humano está alienado, no es consciente ni capaz de tomar decisiones que afecten a su vida, otros las toman por él. El motor de cambio social a lo largo de la humanidad ha sido la lucha de clases, el conflicto permanente entre obrero y patrón. Esta idea es una ley histórica, según esta visión marxista.